cuando el agua cubre una superficie plana, como el suelo, se crea un espejo natural que refleja el mundo que lo rodea, pero con una deformación que puede cambiar nuestra percepción de la realidad. Nuestras percepciones de la realidad son siempre subjetivas, influenciadas por nuestros propios prejuicios, experiencias y perspectivas. La imagen que vemos en el reflejo no es la realidad tal y como es, sino una interpretación de ella, moldeada por la superficie que la refleja. Este fenómeno puede ayudarnos a comprender la impermanencia de la vida y la importancia de apreciar la belleza efímera que se encuentra en nuestro entorno.
